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¿Recuerdas?

Y aunque se que no es buen momento, igual te escribiré. He visto pasar tus días, no estás viviendo, creo que volviste a caer en ese círculo vicioso de la rutina aburrida, es cierto, la vida en sí es una jodida rutina, pero antes al menos la intentabas pasar bien cuando te ahogabas en la rutina.

Has tomado drogas para dormir, sueñas las vainas más locas que se te puedan pasar por la cabeza, sin embargo, al despertar sólo contemplas una existencia vacía, sin propósito real.

¿Un propósito? ¿Recuerdas cuando éramos niños? e íbamos a aquel árbol en el que se veía la puerta del prostíbulo de mala muerte, tú repientiendo ese mantra, me cueste lo que me cueste yo debo ser un hombre de bien.

Recuerdas, pues, en este momento quisiera volver al pasado y decirte, niño, si lograrás, confía en ti, pero no sacrifiques tanto, al final lo que importa es el camino, no el final en esto que llamamos vida.

Recuerdas, cuando te levantabas, caminabas hasta casa y solo pensabas en salir del pueblo.

Quiero sentarme bajo ese árbol, leyendo un libro, escuchando música que suena del antro de mala muerte de enfrente, ver a las chicas vender su dignidad y a los borrachos entrar dispuestos a pagar.

Si, esos momentos te hicieron ser quien eres hoy, si pudieras volver deberías poder cambiar algunas ¿no?

No lo creo, esas cosas son las que me hicieron fuerte y a ser un ganador.

Pero como toda victoria en este tablero de ajedrez llamado VIDA, las victorias tienen precio y el tuyo fue la soledad.

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